«La degradación de un cigarro es de unos diez años, la estupidez dura toda la vida»
En uno de mis paseos por La Punta del Hidalgo (Tenerife) observé que había colillas por todas partes, no había un rincón que no estuviera invadido, y sentí lástima; las he encontrado hasta en pequeños montículos esperando una ráfaga de viento o una pleamar que las devore. Pareciera que no somos conscientes del daño que estamos haciendo al tirar una colilla, con consecuencias medioambientales e incluso de nuestra propia salud, y seguimos actuando como si nada sucediera.
Debemos saber que la materia prima de un cigarro es de acetato de celulosa, un plástico que tarda 10 años en deshacerse; éste se impregna de más de 4000 sustancias químicas como la nicotina, alquitrán, ácido cianhídrico, formaldehido, plomo, arsénico, amoníaco, hidrocarburos aromáticos, policíclicos, naftalina, metanol, disolventes industriales, compuestos procedentes en algunos productos de limpieza y un largo etc., por lo que no hay que hacer un Máster para entender lo cancerígeno que es. Otro elemento a tener en cuenta es el pegamento utilizado, que es igual de tóxico.
La descomposición de la colilla es más rápida en el agua, por lo que, al entrar en contacto con ella, se libera y aumenta la contaminación, y es que se calcula que cada colilla puede contaminar hasta 10 litros de agua, ocasionando efectos devastadores, envenenando peces, moluscos, erizos, esponjas, crustáceos, algas, anémonas y pasando a la cadena trófica marina, donde los que se alimentan de un eslabón anterior sirven de alimento para los consumidores del siguiente eslabón; para que nos entendamos, las colillas de los cigarros acaban en los estómagos de los peces, que, al ingerirlas, consumen las toxinas dañando los ecosistemas ¡y los peces!, no está de más recordar que el ser humano después los ingiere.

Las aves, como la Arenaria (conocida popularmente como «vuelve piedra»), picotean las colillas que están en la playa y pienso que ¡ya basta! ¡no tires las colillas al suelo, a los charcos, y, mientras estás pescando, no las entierres en la arena! ¡Todas acaban en el fondo del océano!

El vuelvepiedras es una limícola nidificante que, en nuestro país, aparece durante los pasos migratorios y a lo largo de la invernada, sobre todo en determinadas localidades de las costas atlánticas y cantábricas, donde explota los pequeños invertebrados que pululan por las playas cubiertas de guijarros y algas, los espigones, los rompeolas y los corrales de piedra para la cría de moluscos.
Te invito a que comiences una ruta desde la dama del mar hasta San Juanito en la Punta del Hidalgo y que, de vez en cuando, mires al suelo en tu paseo o entres en algún charco en la playa. Comprobarás que vivimos en el vertedero de las colillas.
Solo espero que, si me lees, hagamos posible una Punta del Hidalgo limpia de colillas. Educar es fundamental, porque una sociedad que no entiende, no participa. Empecemos por fomentar el uso de ceniceros portátiles y públicos, colocar paneles informando de la devastación que una simple colilla produce en el medio ambiente, lanzar campañas para sensibilizar y educar, y, así, algún día paseemos por la Punta del Hidalgo y el camino esté libre de colillas.

Autora: Sonia.

Todas las propuestas presentadas son buenas para evitar que las colillas vayan al mar. El tabaco destroza la salud de los fumadores y de los que se encuentran en su entorno; a lo que hay que añadir el daño ecológico de las colillas.
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Y, además de todo eso, el daño que hace a la vista. Es lamentable.
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Vivir entre colillas.El ser humano lo ha perdido todo…el sentido del bien y del mal,aqui entra la Industria que lo fabrica,no quiere saber el daño que proporciona al hombre y la natura.
Es la suma de la AMBICION y el poder,sin dar sentido al daño que se provoca.
La devastacion es mundialmente y no lo para nadie…
Viernes 23 de octubre de 2020.
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Cierto todo lo que dices, y, además, da mucho asco.
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