
La Tabaiba es un arbusto nativo de las Islas Canarias y del norte de África. Pertenece al grupo de especies arbustivas que se encuentran en zonas costeras expuestas al viento y es una de las especies más representativas del cardonal-tabaibal.
El término «cardonal» proviene del latín cardo, -onis, que significa «quicio sobre el cual gira una puerta, punto extremo», mientras que el término «tabaiba» es un vocablo de origen guanche relacionado con la palabra «leche».
Dado que pertenece a la familia de las Euphorbiaceae -que significa «buen alimento»-, podemos relacionar la tabaiba con el episodio de la mitología griega en el que Hermes -el mensajero de los dioses- lleva al recién nacido Heracles (o Hércules) junto a Hera -diosa esposa de Zeus-, para que mame de su pecho, mientras está dormida. De esta manera, el niño recibiría el mejor alimento para que pudiera convertirse en un gran héroe. Sin embargo, cuando Hera despierta y descubre a Heracles en su pecho, monta en cólera y, de un manotazo, lo arroja lejos de ella, derramando unas gotas de leche que dieron origen a la gran mancha blanquecina que hoy se aprecia en el cielo y que conocemos con el nombre de Vía Láctea.

Las primeras crónicas que hacen referencia a la tabaiba dulce vienen de la mano del naturalista latino Plinio en su obra Historia Natural (Lib. VI, cap. 37), en la que relata las expediciones de Iuba II en el siglo I de nuestra era.
Estamos ante una de las plantas canarias de mayor uso etnobotánico y con más propiedades medicinales conocidas. Por un lado, su látex balsámico posee numerosos componentes químicos útiles en fitoterapia, como los triterpenos cicloartenol y lanosterol. Por otro lado, su madera ha sido empleada para fabricar utensilios y hacer fuego.
Las propiedades más conocidas de la leche de tabaiba son las de fortalecedora de las encías, emoliente y salivatoria. Así lo afirmaba el ilustrado Viera y Clavijo en su Diccionario de Historia Natural de las Islas Canarias:
«Esta leche, de que abundan todas las partes de este arbusto, es un goma resina, que se coagula prontamente al sol; y como entonces pierde la corta acrimonia que puede tener en su estado de líquida, la suelen mascar con gusto nuestros paisanos para desalivar y fortalecer la dentadura.«
Como sucede la mayoría de las veces, todo en nuestra vida tiene su origen en la Antigüedad clásica y, claro está, nuestra flora no iba a ser menos. A partir de ahora, cuando caminemos nuestros montes y veamos una tabaiba, no olvidemos su origen ni sus propiedades.
Autoría: Carolina Real.

¡Que interesante y bien hilado con la cultura clásica!
Me gustaLe gusta a 2 personas
Pues muchas gracias ¡Saludos!
Me gustaMe gusta
¿Qué bien te has documentado! Te espero en mi blog
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchísimas gracias por los comentarios recibidos. Un saludo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Reblogueó esto en El Boletín de ARBA.
Me gustaLe gusta a 1 persona