Martes, 26 de octubre de 1971, 16:25 horas. Tras seis días de insistentes temblores que mantienen en vilo a los habitantes de La Palma (Islas Canarias), la tierra comienza a agrietarse. De sus entrañas emergen piedras, fuego y grandes columnas de humo, mientras empieza a escupir un torrente de lava.
Afortunadamente las cenizas incandescentes avanzan en dirección al mar, arrasando a su paso zonas deshabitadas. Ha nacido un nuevo volcán. Bautizado como Teneguía, nombre de un roque cercano al lugar de la erupción, apenas causará daños materiales en algunos cultivos de vid y destruirá una única playa.

El Teneguía es un volcán situado en la isla de La Palma (Canarias) con una altitud de 439 m s. n. m. Su nombre proviene de un roque cercano que contiene petroglifos auaritas cuyo nombre derivaría de Tiniguiga (te-n-egiga) ‘una del vapor (caliente) o humo’.
La erupción se prolonga 23 largos días, durante los cuales se abren diversas bocas, aumentan las grietas y la expulsión de cenizas, entre seísmos perceptibles por toda la isla. La joven estructura geológica se convierte en un polo de atracción más allá del archipiélago canario.

En las semanas y meses siguientes, la Isla Bonita se llena de periodistas, curiosos, amantes de la geología y turistas en general que desean conocer de primera mano el rastro dejado por la que hoy es la penúltima erupción volcánica en España -la más reciente se produjo bajo las aguas de la isla de El Hierro en 2011-, y la última registrada sobre superficie en todo el país.

El nacimiento del Teneguía transformó el paisaje de la isla -se calcula que el material volcánico hizo crecer la superficie de La Palma en unos dos millones de m2-. Medio siglo después, el Teneguía continúa siendo uno de los parajes naturales más visitados de una isla que atesora rincones de gran belleza y riqueza geológicas.

Por el interior del parque transcurre la ruta de los Volcanes, todo un referente del senderismo internacional que, sin embargo, requiere cierta preparación física. El itinerario, a través de paisajes de lavas y calderas, se prolonga a lo largo de 24 excitantes kilómetros.

Este espectáculo natural, que atrajo a todos los habitantes de la isla y a centenares de científicos y curiosos, convirtieron al volcán más joven del país en un gran atractivo turístico. 50 años después, su recuerdo permanece intacto en la memoria de los habitantes de la isla.
Les dejo, a continuación, un vídeo sobre la erupción del volcán perteneciente al archivo de la Filmoteca Canaria: