La fortificación militar se construyó en 1771, pero hoy apenas quedan de ella unas piedras, por lo que proponen erigir un monumento en el lugar.
La playa de Bajamar, que aún hoy en día muchos siguen llamando playa del Castillo, recibe ese nombre por una antigua fortaleza militar ubicada, de 1771 a 1826, en la zona, y que se conocía como Batería y Cortadura de Tejina o, más popularmente, como el Castillo de Bajamar. Lamentablemente, en la actualidad no queda rastro físico de esta fortaleza, pero existe una propuesta ciudadana para crear en el punto donde se ubicaba algún tipo de monumento que dé testimonio de este hecho histórico de nuestro pasado.


Ya en el siglo XVII, la costa de Bajamar era uno de los embarcaderos del importante enclave de vecinos que existía en Tejina, fundada por familias portuguesas que se establecieron con sus cultivos agrícolas, de caña de azúcar y de viñas. Gracias a esta actividad agrícola, se desarrollaron relaciones comerciales, principalmente con Portugal y Brasil, haciendo de este enclave el lugar desde donde realizaron sus expansiones productivas.
El castillo de Bajamar

En el Diario de Juan Primo de la Guerra III Vizconde del Buen Paso hallamos algunas notas sobre la existencia en Bajamar de la Batería de Tejina, ubicada en la costa, a pesar de que la playa no era muy apropiada para el desembarco de tropas.
El Regimiento Ultonia, que sería desplazado a Barcelona en 1802, fue un regimiento del ejército español (1709 – 1818) reclutado entre irlandeses que huyeron después de la derrota de los católicos a manos de Guillermo de Orange en el año 1691. Según el noble irlandés Guillermo Lyons, jefe del Regimiento Ultonia, en el siglo XVII muchos irlandeses fueron perseguidos por causas religiosas y políticas a menos que cambiaran la religión católica por la protestante. Muchas familias emigraron y varias vinieron a España alistándose en el ejército español bajo el reinado de Felipe V.

El Regimiento o Batería se ubicó en la costa de Bajamar. En los años cincuenta todavía quedaban vestigios de ella y su emplazamiento, y los lugareños aún le denominaban «El Castillo de Bajamar». Sería bonito recuperar este vestigio de nuestra historia.
Autora. Carolina Real.
